A continuación tenéis 4 fábulas para leer y posteriormente hacer la actividad que se propone al final. ¡¡Vamos con ello!!
1- El león y
el ratón-
Un pequeño ratoncillo, se encontraba saliendo de su agujero un
poco aturdido y confundido, a lo que se consigue con un león. El rey de la
selva, como es conocido, para demostrar su poder, le perdonó la vida al pequeño
roedor. Su generosidad no fue en vano, porque ¿quién podría creer que el gran
león, uno de los animales más poderosos de la selva, pueda algún día necesitar
de la gratitud de un sencillo ratoncillo?
Sucedió algo que no se esperaba, pues en una ocasión el león
salió de su selva, pero cayó en unas redes, de las cuales no podía librarse con
sus fuertes rugidos y fuerza extraordinaria, era mucho para él. En ese
momento lo oyó aquel pequeño ratoncillo y decidió acudir al lugar. Trabajó tan
bien para ayudarlo con sus pequeños dientes afilados, que una vez roída la
malla, sirvió bastante para que el león pudiera romper el resto de la malla y
zafarse de aquel encierro que lo atormentaba.
2- El gato y el ratón-
Un búho, una comadreja, un gato y un ratoncillo, vivían en
distintos lugares que tenía disponibles un viejo tronco seco. Es de saber que
estos animales son enemigos naturales, por lo que les cuesta confiar uno en el
otro; sin embargo, ninguno dejaba su refugio. El dueño del campo, un día
decidió eliminarlos, colocó trampas y una red en la base de dicho árbol con la
finalidad de que se fueran.
El primero en caer en las trampas del dueño fue el gato,
que al verse en peligro comenzó a maullar pavorosamente. Al escuchar, el roedor
se alegró, ya que solo así se libraría de su enemigo felino; pero el gato le
dijo: si yo muero, quedarás a merced del búho y de la comadreja, que quieren
más que yo que seas su alimento, pero si me ayudas, como modo de agradecimiento
podrás ver que te protegeré de estos y todos los peligros.
El pequeño roedor, tentado con la propuesta, liberó al felino y
huyeron del lugar. Pero como era previsto, pasado el tiempo, el gato se dio
cuenta que el ratón tenía una actitud temerosa frente a él, así que le dijo:
-¿Piensas que he olvidado lo que te prometí cuando me salvaste de la trampa?
¡No!, dijo el pequeño ratón, -pero tampoco olvido tu instinto
que te hace ser mi enemigo natural, ni tampoco olvido las circunstancias en que
me has hecho la promesa.
3- El cuervo y el zorro
Había una vez un cuervo que posaba cómodamente en las ramas de
un árbol, luego de que pícaramente lograra robar un trozo de queso de la
ventana de una casa. Cerca merodeaba la zona un zorro que olió el fuerte aroma
del alimento en cuestión, vio al cuervo y le dijo: -¡Hola, qué buen día hace,
además tu plumaje es muy bonito. Llenando al cuervo de halagos.
El cuervo se sintió muy bien con lo que le dijo el zorro. Su
autoestima estaba por las nubes. En ese momento le dieron ganas de ofrecer su
mejor canto para celebrar aquellos halagos, abrió el pico, pero entonces se le
cayó el trozo de queso que previamente había obtenido.
El zorro, sonriendo como quien logra su cometido, corrió hacia
el queso y lo atrapó con la boca antes de caer al suelo. Al mismo tiempo que se
marchaba rápidamente, el cuervo había quedado bastante desanimado y
desilusionado, pero aprendiendo una lección que le serviría para el resto de su
vida.
4- La mosca que quería ser águila
Había
una vez una mosca que todas las noches soñaba que era un águila y
que se encontraba volando por Los Alpes y por Los Andes.
En los primeros momentos esto la volvía loca
de felicidad, pero pasado un tiempo le
causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes,
el cuerpo demasiado pesado, el pico
demasiado duro, y las garras demasiado fuertes; bueno, que todo ese gran
aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias
humanas, así como sufrir a conciencia
dándose topes contra los vidrios de su cuarto.En realidad no quería andar en las grandes alturas o en los espacios libres, ni mucho menos.
Pero cuando volvía en sí, se lamentaba con toda el alma de no
ser un águila para remontar montañas y se sentía muy triste de ser una mosca.
Por eso volaba tanto, estaba tan inquieta, daba tantas vueltas, hasta
que, lentamente, por la noche volvía a poner las sienes en la almohada.
ACTIVIDADES:
Para el miércoles tenéis que tener pensada y anotada en vuestro cuaderno una posible moraleja para cada fábula. Ese mismo día aparecerán en el blog las 4 posibles soluciones, pero tenéis que unirlas con el número de cada fábula.
Finalmente, el jueves tendréis la solución.
¡A DIVERTIRSE LEYENDO, CHIC@S!